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Mensaje 108: Acerca del pensamiento
humano
- Cómo le va, don Pipagua, vendió muchos globos hoy?
El cacique
muestra los tres dientes de adelante que le quedan en una
sonrisa, porque
para ser sabio no es necesario ser serio, lo importante es
otra cosa.
-
Qué hacés, pibe, hola, don cuis.
- Mmmm - El cuis no puede hablar porque en
ese preciso instante se lleva un
puñado de garrapiñadas a la trompa, sin
embargo, me da la sensación de que
es una excusa ya que este bicho
malentretenido no se lo banca mucho al
cacique.
Nos sentamos y Pipagua
saca de la mochila el termo y el mate.
Dice el cacique:
- Estaba
pensando...
Sonamos. Otra disertación insoportable del individuo, pero bueno,
escuchemos
un poco lo que dice total a esta hora de la siesta están todos los
boliches
cerrados y no hay mucho para hacer, y de paso por ahí me duermo un
rato.
"Estaba pensando que cuánta razón tenían aquellos filósofos de la
antigüedad
cuando se referían al comportamiento del hombre en lo referente a
la esencia
misma de su ser y al origen de la vida y el universo. A la
ubicuidad cíclica
de las costumbres y las tradiciones. Algunos de estos
pensadores teorizaban
acerca de una mente colectiva, un solo cerebro del que
cada uno de nosotros
éramos una pequeña parte, y nuestros pensamientos
cooperaban entre sí para
redondear el pensamiento generalizado de esa gran
Mente con la que se armaba
el universo. Es decir que el universo existía
solamente porque era pensado
por esa Mente y se transformaba con cada uno de
los nuevos pensamientos de
cada ser humano.
Es difícil de creer que por
ejemplo el mar esté ahí solamente porque lo
pensamos y que en realidad, como
el resto de las cosas, no tenga existencia
propia. Pero algo de cierto debe
haber porque yo por ejemplo, en invierno,
ensimismado en mis reflexiones y
meditaciones trascendentales casi no pienso
en las turistas y efectivamente
éstas no acuden en gran número a nuestra
ciudad, pero al llegar la primavera
enseguida me empiezo a dar unas manijas
bárbaras pensando en hermosas
turistas en bikini o minifalda y súbitamente
las mismas
comienzan a poblar
las playas por doquier. La gran cantidad de turistas en
bikini que se
desparraman por la playa en verano puede que se generen debido
a un
pensamiento colectivo que se transmite de manera telepática e
inconsciente
entre muchos de los habitantes masculinos de Madryn. Y guarda
que ahora
aparecen tipos musculosos también.
Claro que esto no es demostración alguna
que sea cierto lo del pensamiento
colectivo. Cogito ergo sum, como dijo el
viejo Estanislao, peón de campo de
70 años de una estancia del golfo San
Matías mientras controlaba los
bebederos de las ovejas, palabras que algunos
atribuyen a un tal Descartes
pero que no es así (porque Descartes dijo
pienso, luego existo, pero no
cazaba una de latín), y que vienen al caso ya
que sirven para reafirmar la
teoría de marras.
Sin embargo, no siempre es
así esto del pensamiento. Parece que hay gente
que con solo desear una cosa
enseguida la tiene, pero son los menos, hay
muchísimos también que piensan
todo el día en un plato caliente de sopa y el
plato no aparece.
Pero
podemos tomar alguna parte de estas afirmaciones y creer sin esperar
que
alguien lo demuestre que los buenos pensamientos nos tienen que
llevar
inequívocamente a ser buenas personas, y que si todos pensáramos bien
no
existiría el delito ni la miseria ni el hambre ni las guerras en el
mundo.
Lamentablemente, muchas veces esta Mente colectiva se confunde entre
tantos
colaboradores que a veces piensan distinto y pasan estas cosas, pero
creo
que si cada uno de nosotros, humildemente, nos despojáramos del
egoísmo
propio que tenemos y no fuéramos tan mal pensados y tratáramos de
compartir
nuestra pequeña cuota de felicidad con otras personas y los otros
hicieran
lo mismo, entre todos podríamos pensar en un mundo
más
equilibrado y mejor, y la fuerza de estos pensamientos (imaginarios
por
definición) de acuerdo a la teoría antes expuesta tendría que
necesariamente
cambiar al mundo.
No sé que pensás vos"
Lo miré por un
instante al cacique, miré al cuis que a esta altura del
relato y al calor del
sol de la tarde sabiamente estaba apoliyando a lo
pavo, y le dije:
-
Disculpemé, don, pero pare de hablar un poco que se le va a enfriar el
mate y
siempre me encaja a mí los mates fríos.
El Bardo (Carlos Alberto
Nacher)
nacher@madryn.com
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