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Mensaje 105: Un cacho de cultura (1)


En el campo, por estos lares, hay lugares que se llaman picaderos, que era
donde los indígenas afilaban piedras para hacer puntas de flecha, hachas u
otros utensilios. No son fáciles de encontrar para el que no conoce, pero
hay mucha gente que le dedica mucho tiempo a la búsqueda de la cultura en la
tierra árida y que sabe dónde hay que ir para encontrar (por una experiencia
ganada en años de ardua investigación, largas caminatas y mucha paciencia).

Dicen que los hombres van y vienen, pero la tierra permanece.
Junto con el devenir de los hombres también las culturas cambian, mutan, se
mezclan.
Pero los hechos culturales del pasado siempre se encargan de dejar sus
rastros, en pequeñas o grandes cosas, a veces imperceptibles y otras
evidentes, esas obras nos hablan de otros hombres que alguna vez anduvieron
por estos campos y estos mares.
Así como los dinosaurios dejaron sus huesos escondidos bajo la tierra para
que muchos estudiosos les dediquen sus vidas a su entendimiento y para que
muchos más del resto de nosotros nos maravillemos imaginando a estas
criaturas
inmensas que hace mucho poblaron la Tierra, los hombres del pasado dejaron
sus huellas desparramadas por toda la Patagonia y cada nuevo descubrimiento
es una alegría para quien lo encuentra y una pequeña luz de una cultura
antigua que asoma y se muestra a la humanidad de hoy.
Muchos dijeron con toda razón que no es bueno olvidar la historia, las
tradiciones, las enseñanzas de nuestros antepasados, de mi parte sin
pretensiones de agregar nada a esta reflexión más que cierta, trato de no
olvidar las cosas de antes.
Cada uno tiene un pasado, un recuerdo y una enseñanza.
Si bien no debemos olvidarnos de lo vivido, de la infancia, de nuestros
abuelos, padres, amigos, novias, etc. tampoco debemos olvidar las cosas
anteriores que no vivimos pero que forman parte de nosotros mismos. Hoy
podemos citar a la cultura de los indígenas patagónicos, mañana puede ser un
barrio de Buenos Aires de los sesenta, luego el país de inicios del siglo 18
o los castillos europeos, todo es historia.
Pero hablando de las puntas de flecha, su hallazgo no por común deja de ser
invalorable, son como fósiles de una cultura que aún se mantiene viva.
Da hasta susto pensar que toda una raza puede extinguirse pero sin embargo
perduran sus herramientas, esculturas, pinturas y perduran también las voces
antiguas que dejan su eco en las cuevas pintadas con las manos, logrando así
el objetivo de decirle a los que viene "aquí estuvimos", como busca perdurar
aquél peón de albañil que dejó su nombre marcado con una ramita en el
contrapiso recién hecho de la vereda...

Sigue la semana que viene, si me acuerdo...

El Bardo (Carlos Alberto Nacher)
nacher@madryn.com

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