Día lluvioso
La mañana del sábado estaba bastante fresca. Envuelto en un poncho que alguna vez fue marrón claro salgo del rancho y me paro en la punta del barranco a mirar el horizonte.
Desde mi lugar de residencia, cerca del basural de Ventura, la fábrica de harina de pescado que hoy ya no funciona, las bardas tienen una altura de unos 6 o 7 metros con respecto a la costa del mar y desde allí se tiene un panorama bastante interesante.
Parado frente al mar, era como un segundo Indio, ya que parecía un centinela del horizonte, como la estatua del Indio que está en el otro sector de Madryn, sobre Punta Cuevas, donde los primeros galeses se protegieron del frío y del viento cuando llegaron a estas playas hace unos 140 años.
Pero hacía mucho frío y empezaba a llover. Con las orejas a punto de quebrarse por congelamiento me vuelvo al rancho y me consuela el hecho que falta poco para la primavera y el frío se disipa lentamente.
La primavera, época en que florecen plantas, amores y sueños, es en esta región el momento de disfrutar los primeros toques de calor que anuncian el verano, la llegada masiva de ballenas que se acercan a reproducirse y la llegada también masiva de muchísimos turistas que se acercan a ver cómo se reproducen las ballenas y de paso a tratar de reproducirse también entre ellos.
Según dicen los que saben, las ballenas están hace rato por acá, pero lo que seguro que se pone lindo en primavera es el viento.
Las grandes diferencias de presión hacen que en esta zona soplen unos ventarrones que no dejan rancho en pie, y a veces hasta voltee alguna que otra grúa mal parada en el muelle mineralero.
Vuelvo al rancho, me parece que hoy no voy a ir a ninguna parte. Hace un frío bárbaro y por unas hendijas de la ventana que está media torcida y no cierra bien, entra un chiflete impresionante.
Las ráfagas intermitentes silban entre las maderas. El cuis está acurrucado en un rincón y se tapa con un póster de Luis Miguel que encontró en el basural el otro día.
Tiritando y envuelto en el póster, se levanta por un momento y se me acerca, mientras yo refriego las manos en la hornalla prendida. El paso de gas está mermando, como casi siempre ocurre en estas épocas de alto consumo, porque acá el gas se corta en invierno, el agua en verano y la luz de noche.
Y las goteras del techo aparecen únicamente cuando llueve.
En otras circunstancias sobran los servicios.
Le paso el mate al cuis que me pide que le ponga la bombilla en la boca para no sacar las manos de debajo del cálido póster. El rostro de Luismi me mira fijo mientras el cuis chupa de la bombilla haciendo un ruido grosero.
Por la ventana vemos caer unos diminutos copos de nieve. Con alegría vemos como los arbustos cercanos se van tiniendo de blanco. No se bien porqué, pero en Madryn cada vez que nieva, lo que ocurre muy pocas veces, la gente se pone muy contenta y es el tema principal de charla al día siguiente, aún más importante que el campeonato clausura.
El cuis patagónico, bicho feo pero simpático, con ojos nostálgicos y melancólicos mira a través del vidrio difuso. Las bardas y el cielo son un paisaje de tonalidades grises. Las nubes tormentosas dibujan la figura de una extraña mujer sin rostro. Llueve. El cuis recita, casi compulsivamente estas estrofas:
Quizá nunca más vea este paisaje nuevamente
quizá mañana mismo estas nubes no me encuentren
será esta soledad que se apodera del presente ?
será que fui olvidado y que nadie me consiente ?
Mas si no llego a estar, por mí no se preocupen
Porque el destino mío es por siempre solitario
este paisaje agreste es casi todo lo que tengo
el mate, unos harapos y una jaula sin canario
Dónde será que va la gente cuando llueve
se preguntó un poeta hace mucho, con tristeza
yo digo que acá en Madryn, cuando llueve es lo de menos
se puede tomar té y manducar torta galesa
También hacer visitas muy amenas al museo
o ver fotos antiguas en alguna galería
mas lo que a mí me gusta en estos días aburridos
es tomarme unas ginebras en el viejo bar Urquía
Pero para el turista lo mejor cuando hay tormenta
es estar en la carpa o en lo que hayan alquilado
tomar mate con yuyo o café con cafeína
y quedarse con su china bien cerquita y apretado