UN DESEO
Lo que deseo es un barco por las noches
no para naufragar, ni para flotar,
ni para navegar.
Para interrumpir el oleaje oscuro
para internarme en el vientre negro del mar
para quebrar el silencio de los muelles
para sentarme a tomar cerveza y contar cuentos
para esperar la mañana viendo
a los pescadores con faroles y gorra
arriesgando la carnada.
De noche, todos somos lo mismo
todos somos la misma cosa
las mismas personas que buscan
todos lo mismo.
Somos todos iguales,
pero con este barco
podría internarme en la panza del mar
quedarme ciego por un rato
parado en la proa esperando a que amanezca.
Con el primer rayo de sol
podría llegar a un puerto cualquiera.
Bajar, muerto de frío
con las manos en los bolsillos
pasar entre estibadores sentados bajo la grúa,
caminar con escarcha en la cara.
Caminar mucho, y después,
cuando todo el mundo ya olvidó el ensueño
mágico y trágico de la noche
y volvieron a ser distintos a los otros
de traje o guardapolvo,
podría encontrarme calentando las manos y el agua
en una hornalla tenue,
acercarme al dormitorio
y encontrar allá, en vigilia
a la mujer que conozco bien
y decirle buen día, barco.