IMPRESIÓN NOCTURNA
La noche dispara sus agujas de
frío
Su voz que trae la ventisca
entrando por la hendija de la
puerta
me es tan familiar como
aquella esquina indecente
que amontona
verdín y yuyos
Por eso, al salir de la casa
no me hizo falta verla
para saber
a quién le tocaba cantar.
Para ella, que siempre anduvo por
ahí,
era más bien un alivio...
La noche canta en los baldíos
Se
paró y dijo: "buenas"
pero ya estaba adentro
transpirando la emoción
de
otra botella derretida entre las manos
y se puso a cantar
En la
avenida de más allá
la noche aglutina varios pares
de Pampero rotas
las
junta con el grito agudo
de los diarios recién escritos
La noche se
marea en los boliches
Esperando que alguien se los lleve
hombres y
mujeres se desploman
frente a algo de tomar
la mente se les pierde en los
parlantes
y piden otra vuelta para reírse de algo
Luego, en la esquina
del baldío
el rimel seco y corrido en unos ojos
acostumbrados a mirar fijo
a los autos
denota el aburrimiento
de otra noche de rutina sin
sorpresas
La noche imagina cosas
En el segundo piso del edificio
de enfrente
un tal don Ismael que es filatelista
se tuerce sobre la mesa
mal iluminada
soñando con la bailarina rusa
de la estampilla sellada en
1934
Como en un ajedrez diabólico
las piezas juegan en tableros
distintos
así, cada peón diariero de la esquina
vive su propia noche sin
saber
a qué hora sirven la cena en el internado
La noche enaltece los
rostros
Para mí, que no vengo de muy lejos
aunque no sé que hago en
esta cuadra
me resulta un extraño rito
caminar con las manos en los
bolsillos
bajo el frío filoso de la noche
Ya vi tantas veces esas
caras
que brotan de la nada y se alimentan
de la oscuridad y del
frío
que hasta las arrugas terrosas del linyera
se me mezclan con las
líneas corridas de rimel
de aquella mujer recostada en la pared
que según
don Ismael
se parece a la bailarina.