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Mensaje 30: Caminata de marzo y viaje de Carolo (Segunda Parte)

- Qué hacés Carolo, se puede?
- Qué hacés, hijo de mil - expresión amistosa utilizada por Carolo, dicha solamente a sus más entrañables amigos - pero por favor, tomen asiento.
El cuis se acomoda en una silla, queda con las patitas colgando y con la mirada fija en las medialunas recién horneadas.
En eso se acerca el mozo (de mañana son mozos, pero de noche atienden unas mozas que ni les cuento), mientras la interminable fila de autos de la Roca se detiene por un momento en el semáforo de la esquina. Carolo, recién retornado de su viaje a El Calafate, provincia de Santa Cruz. Debo reconocer que yo también miraba con bastantes deseos a la pila de facturas, así que enseguida le pido al mozo un café con leche con medialunas y vigilantes.
- Puede ser un whiskilín para mí? - pide el cuis, que no para de chupar ni los lunes ni de mañana.
- Bueno Carolo, contame un poco del viaje - me acomodo contra el vidrio empañado dispuesto a escuchar la aventura de este amigo viajero, a la vez que me apuro a manotear una medialuna antes que el cuis se las baje a todas. Antes de que empiece a hablar Carolo llega el mozo con el café y el whisky.
- Mirá que es largo Bardo, pero este viaje, qué te puedo decir, es jamón del medio, ¿me entendés?-
- Adelante, Carolo, somos todo orejas, manejá vos - el cuis, totalmente desentendido del tema se dedicaba a mojar las medialunas en el whisky, con lo que la masa se ablanda a tal punto que no afecta a su precaria dentadura y adquiere ese sabor característico de la harina horneada y alcoholizada, como mojar pan en vino, en una versión similar a la del cuis, aunque mojar medialunas en whisky evidentemente es mucho más fino.
- Bueno, ahí va:
"El Parque Nacional Los Glaciares es un lugar soñado...
el Chaltén (ex Fitz Roy) un lugar de cuentos...
el cruce por el atajo que copia el río Santa Cruz está lleno de choiques y guanacos, como nunca vi.
Volviendo por la ruta 40 me desvié hacia un pueblito llamado Tres Lagos, el cual tiene muy cerca al Lago Tar, aproximadamente a 150 Km, pero se llama así porque era un punto de reunión de las caravanas de carretas que llevaban lana hacia el este y que sí provenían de la zona lacustre.
A 18 Km de allí por una huella más o menos bien mantenida, se llega a un pequeño río donde dejamos la chata y emprendimos una caminata de alrededor de 1 Km remontando el río, llegamos a un barranco muy empinado y gredoso y allí abandono parte de la tropa. Joaquín y yo pasamos (con un susto fenomenal).
Allí divisamos la piedra cúbica de 3 mts de lado ,que era la referencia, como a 500 mts más adelante. Una vez allí se ven unas grutas sobre la pared en un rincón muy reparado del viento .
Subimos y nos encontramos con una terraza llena de huesos, quijadas de guanaco medio enterradas y trozos de cuero con pelo ...
Y sobre la pared hermosas manos sobre un esfumado rojizo que nos conmovieron. Si se cierran los ojos se pueden escuchar a los niños corriendo, las mujeres cuereando, y los varones tallar sus flechas...en grupos de no más de 20...divisando el valle interminable que se hace paso entre las bardas, el desierto y viento.
El lugar está intacto, casi no hay pisadas ,es duro de llegar, pero es vulnerable y el valor que tiene justificaría preservarlo. El mensaje de Los Antiguos (como los llamaban a los antecesores de los Tehuelches y los Mapuches) llegó hasta estos días , es posible que no tengamos la sensibilidad necesaria para comprenderlo, ojalá que nos alcance para no convertirlo en souvenir.
Desde el Chaltén, pequeño caserío que encontró reparo en el valle que deja el Río de las Vueltas, se pueden realizar caminatas de montaña de distinta duración y dificultad.
Las que elegimos fueron La del Glaciar Huemul (2 hs ida / 1 y media Vuelta) y la de la laguna de Los Tres al pie de su Majestad el Chaltén (o Fitz Roy) de 5hs de ida / 4 de vuelta .
Para la primera hay que llegar luego de unos 50 Km de un camino bastante duro al Lago del Desierto (en la región está prohibido decir Laguna) pues dicen que si fuera laguna sería agua confinada y no se podría argumentar la divisoria de aguas, la realidad es que el Río de las Vueltas sale del hermoso espejo en cuestión llevando muchísimo caudal por unos rápidos de increíble belleza.
Desde allí sale una pequeña senda apenas marcada que nos llevó a través de bosques de lengas y ñires hasta una gran roca que al superarla deja ver un pequeño glaciar que descarga su "Leche Glaciaria" en un lagunita. enmarcada entre laderas rocosas y oscuras.
La Leche Glaciaria es el nombre que tiene el agua de deshielo de los glaciares que arrastra partículas de roca pulida por la acción del Hielo milenario sobre las piedras, es de color verde claro, casi flúo cuando le da el sol.
Es fácil, no hay mayores dificultades si no se pierde la senda (nosotros nos desviamos y terminamos en una cornisa que nos asustó un poco) pero una vez arriba todo se olvida.
Volví por la ruta 288 (creo) que toma la 40 en Tres Lagos y sale a la 3 derechito.
Vi el desvío a Truncado, con un cartel que decía "Fiesta Nacional del Folklore Austral" pero no entré, paré en Puerto San Julián, que me pareció muy pintoresco y están haciendo unas casas hermosas sobre la bahía, creo que los que explotan una mina de oro, descubierta hace poco."

Recién en ese momento, al terminar la narración, Carolo, tan enfrascado en su periplo, se percata de que como por arte me magia desaparecieron todas las facturas, se enfrió el submarino y ya no quedan ni las migas. "Che, no me dejaron nada para morfar". "Fue el cuis", respondo rápida y brillantemente para salir del paso.
- Mmmmmnnnnffffnfnnf - el cuis trata de defenderse de mi acusación pero no puede porque todavía tiene la boca llena con el último vigilante.
- Pero qué interesante lo que contaste, mirá vos. Bueno Carolo, te dejamos porque tenemos que seguir viaje al rancho, a preparar el estofado. Haceme un favor, pagá vos que después arreglamos eh?. Bueno, chau Carolo ¡nos vemos!-
Carolo se queda en la mesa, manoteando el aire y haciendo unas señas un poco confusas. Nosotros, ya desde la puerta no alcanzamos a percibir sus palabras, pero lo vemos hurgando con desesperación la mesa vacía. No obstante, haciendo gala de su eterno sentido del humor y buena onda llama al mozo, pide más medialunas, retoma el diario y esboza una de sus mejores sonrisas.
Así es señores, amigos son los amigos.

EL BARDO

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