''''\___labarda___
Mensaje 26: BICICLETEADA
Más
allá del Indio, tomando por la ruta de tierra a la derecha, emprendo un
viaje en bicicleta hasta Cerro Avanzado, con la intención de recoger y
almacenar en los ojos todos los matices verdes, ocres, amarillos, tonos
apastelados característicos de la meseta infinita, la aridez natural de
la zona, que últimamente está bastante reverdecida por las
sorpresivas e importantes lluvias de este año, la presencia solitaria de
alguna liebre, alguna gaviota alejada de la playa, es decir, en última
instancia, llenarse los pulmones y el corazón con la armonía
salvaje de estos parajes que mágicamente apenas si fueron tocados por la
mano del hombre.
La idea es pasear un poco y sacar del rancho al cuis, que
últimamente anda un poco tristón. Coloco al bicho en el canasto
del portaequipaje y envuelto en una manta hasta el hocico para no tragar polvo,
el cuis mira resignado a los costados mientras va dando saltos
continuamente a medida que avanzamos por el pedregullo.
Voy pedaleando entre
las piedras polvorientas, agrestes y a los costados comienza el despliegue de
maravillas. Frente al Indio, el cámping municipal con arboledas y
frescuras acogedoras, un poco más allá, el puesto de alquiler de
caballos, el club de aeromodelismo, la cancha de rugby, más arboledas en
el camping El Golfito, la playa inmensa tras la última barda...
Luego
el paisaje se va repitiendo en su planicie semidesértica, plagada de
arbustos resistentes y sufridos, son unos pocos kilómetros de piedra y
meseta hasta llegar al Médano.
El Médano, otro lugar bastante
visitado por los pobladores de Madryn pero poco conocido por el turismo. Es un
montículo gigantesco de arena bien finita que con cada ventarrón
se va modelando nuevamente. Creo que alcanza en su punto más alto una
altura de unos 10 a 12 metros, lo que es aprovechado por algunos chicos y chicas
de bermuda y gorra puesta con la visera al revés para hacer Sandboard,
deporte que consiste en tirarse con una madera lisa, lustrada y
aerodinámica desde lo alto del Médano hasta su base, sin caerse de
la madera y haciendo piruetas en el viaje, una especie de patineta sin ruedas, o
esquí sin nieve.
Desde lo alto del Médano se puede dominar un
paisaje inexplicable: a la derecha, varios montículos de lo hace millones
de añons también fueran bardas, a lo lejos el mar sumamente azul,
luego, un poco más a la izquierda, una playa vacía y enorme, mas
montañitas y a lo lejos la silueta edilicia de la Perla del
Atlántico Sur y el golfo de aguas quietas.
El camino sigue adelante,
luego de una subida que te obliga a pedalear con ganas viene un declive
pronunciado que desemboca en la lobería (acá sigo de largo porque
te cobran la entrada).
Ahora la ruta se acerca a la playa e imita el dibujo
de la orilla. A los costados, montañas de cantos rodados, la llamada
Playa Paraná, lugar ideal para los pescadores, famoso predio donde el
ruso Darkuch pescó un tiburón con la rodilla (tema que será
comentado más adelante).
Playa Paraná, con su legendario barco
hundido que aflora a cada bajamar, su costa empinada, peligrosa para los
bañistas pero óptima para los pescadores, sobre todo aquellos
ávidos de piezas mayores, también es un lugar ideal para el que
busca paz, serenidad, quietud, silencio.
Pero falta un poco todavía
para Cerro Avanzado. De la mochila saco una lata de Coca y una pajita. Hace
calor y el polvillo del camino se pega a la transpiración del cuerpo.
Tomo un poco y se la paso al cuis, que ya está quejoso y con ganas de
volverse. Sin embargo saca una mano de la manta para atrapar la lata y chupar
con desesperación el líquido refrescante. Como dije,
últimamente anda un poco raro el cuis, me parece que está
enamorado. Cómo será que antes ni loco le iban a dar de tomar algo
que tuviera menos de 30 grados de gradación alcohólica, y ahora me
pide una Coquita y se pone fastidioso.
Avanzamos más. Atravesamos un
cañadón (horadación del terreno provocada por las lluvias,
que en algunos lugares, campo adentro, llega a formar canaletas con paredes de
hasta cuatro metros de altura) y a lo lejos se ve, imponente, la cresta del
Cerro Avanzado. Pero esta parte no la cuento. Me faltan palabras para describir
un sueño.
EL BARDO
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