''''\___labarda___
 
 
Madryn crece
 
 
Queridos internautas suscriptos a Labarda, mujeres y hombres ímprobos y
respetables:
Este espacio pretende informar como pueda de las vicisitudes con las que nos
encontramos a diario
en la querida, lejana, cercana, desconocida, aburrida, increíble y
efervescente Puerto Madryn.

Son tantos, tantos los visitantes que se materializan por la ciudad, y tantos
de ellos que cruzo casi de casualidad
y que con la mirada triste y resignada levantan los ojos al cielo azul, al mar
más azul y dicen o piensan entre suspiros
"Qué lindo sería vivir aquí". Ellos vienen por un efímero tiempo, salen de
gigantescas ciudades llenas
de humo negruzco y de pronto se encuentran con un paisaje que los hace soñar
despiertos...

Qué es lo que los motiva a pensar así, alguien me lo puede decir?
Serán las bellezas naturales, la fauna, la flora, la minería?
Quien les escribe, tiene grabado en sus ojos el mar, la meseta, la arena, los
piquillines y los tamariscos de tanto caminar alternando
entre las bardas, su lugar de residencia, y bajando eventualmente al golfo.

Camino por la Roca, por la Gales y todo parece siempre igual y estático, como
si el tiempo estuviera detenido a pesar
de que a lo lejos, en el limpísimo Barrio Sur, se multiplican las
construcciones nuevas con techos a dos aguas de tejas brillosas
y el hotel superpaquete de la curva crece más y más, amenazando con tapar con
líneas rectas y ángulos de cemento
la misteriosa vista de un desierto enigmático e infinito allá atrás... las
olvidadas, despreciadas bardas.
Pero a veces, cuando sentado en el bar de Urquía frente a un pingüino de
cerámica que de tanto en tanto deja correr por su pico un tinto frío, tengo la
oportunidad de ver en la televisión que siempre tiene lluvia a esas ciudades
populosas con multitudes corriendo
asincrónicamente por las calles, portando
maletines o bolsos que se bambolean frenéticos y veo esa gran masa lumínica
sobre sus cabezas dibujando brillo en la oscuridad de la noche,
pienso en que a su manera aquello también es maravilloso. Y sino porqué vive
tanta gente amontonados todos
en el mismo lugar.

Y acá la cosa no es para tanto. Está lo que el turista conoce por folletos,
propagandas y comentarios de otros turistas.
Pero también está los secretos. Esos misterios ocultos en las noches
pueblerinas, en los galpones abandonados, en los múltiples potreros que cargan
con el peso miles de pies harapientos pateando con ganas una pelota
descuajeringada, en los bares que se multiplican en los suburbios, en las
playas solitarias y quietas del invierno...
Es una lástima que los turistas vengan con tan poco tiempo y se pierdan lo
mejor de Madryn casi siempre,
pero esto es otro tema en el que próximamente me voy a explayar.

Y Madryn, con su poca historia y su deseo inconsciente de ser grande,
intenta parecerse cada día más a sus hermanas gigantes.
Por eso imagino, sobre todo cuando muy entrada la noche me encuentro sentado
en algún pub del suburbio
sin posibilidades de ponerme de pie y frente a un porrón semivacío de cerveza
rodeado de tres o cuatro más
que ya murieron.
Imagino el futuro incierto de esta ciudad donde pareciera que en un par de
años vamos a tener más bancos que Chicago.
Me enojo un poco con este buen gobernador que mientras soñaba la Re - Re
elección aguantó
haciéndose el austerito y el campechano a costa de endeudar a la provincia y
ahora que el
petróleo bajó de precio quiere sacar guita de los turistas, consumidores,
bolicheros, etc. agregando el ingreso bruto y cambiando las reglas del juego.
Encima se me acabó el porrón. La última estela de espuma se va diluyendo en el
fondo del vaso, me acerco al vidrio empañado y a lo lejos veo el cielo rojo
que anuncia el inevitable amanecer.
Hora de volver a la barda, terreno más seguro y firme para mí. Luego, sentado
entre los arbustos
resecos y crujientes, veo a lo lejos los reflejos de una ciudad mágica que ya
está despierta,
algunas barcazas tempraneras cortajean al mar quieto como una navaja bien
filosa, pero el mar, inmortal, enseguida cicatriza.
Mientras, yo me tomo unos buenos amargos cebados con una pava renegrida
por el uso excesivo, la mala exposición a la llama y la falta de higiene.
Pero los mates son más ricos cuando la pava es bien vieja.
Un cuis patagónico se me acerca por atrás, trepa mi espalda, le convido una
galletita Criollitas
y entonces me sopla unas coplas al oído.

Ciudad de puerto y arena
ciudad que besas el mar
ciudad que te muestras plena
y el agua quieres tocar

Cual si fuer una doncella
virgen y sin manosear
te me entregas sin querella
sabes que te voy a amar

Te veo desde la barda
te veo hermosa e imponente
y comprendo que se rinda
a tu encanto tanta gente

Pero una cosa te pido
porque no doy más abasto
paremos con el cemento
no es más lindo pisar pasto?

EL BARDO

 
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