RETRATO PORTUARIO

Al son de las persianas que se cierran

y de los primeros leves clicks de las luces de mercurio que se encienden

voy bajando la vereda.

La lluvia paró hace un rato.

Unas cuadras adelante, pocos carteles luminosos,

el suburbio muestra su olor

a perfume común, a goma de auto quemada, a perros.

Cerca de la esquina, en una oscuridad dominante

está una mujer parada.

Mira a los que pasan en auto, sin hablar.

Tampoco hace señas

No hacen falta en este barrio,

hasta los perros conocen el motivo.

Antes de doblar en la Alvear, le paso cerca

es imposible evitar verla, no se puede.

El perfume me impregna la ropa.

Unas matronas cuchichean enfrente

un perro me ladra tras la verja

unas lunas dejan caer su claridad de mercurio

(todavía brillan algunos charcos en la avenida)

y un Regatta rompe la armonía del asfalto embarrado,

hasta el momento,

en conjunción mágica con árboles, perros y viejas.

Ya estoy 20 metros adelante de ella

de reojo veo que la traga el Regatta.

Sin darle mucha importancia, sigo a dar la vuelta manzana

contando mentalmente las baldosas rojas, sin pisarlas.

Como en todo laberinto suburbano, no me dí cuenta,

pero al despertar por un momento de mi caminata nocturna,

veo que estoy en la misma esquina, en la Gales.

Lo noto porque todavía está ese olor de cabaret,

porque el perro me vuelve a ladrar, pero menos.

Enfrente, las viejas se metieron adentro, ya no están,

sólo quedan las veredas limpias como pequeño indicio

de su inevitable presencia.

Los árboles son los mismos de siempre, la persiana de la verdulería,

impregnada de lechugas aplastadas, la verja despintada,

la luna de mercurio que descubre a los charcos lustrosos.

La mujer, sólo por un momento,

quebró por 30 pesos la armonía de este cuadro impresionista.

Pero ya va a volver, y las viejas también, y el Regatta también.

Y el perro, la luna, las persianas. Y el aire enrarecido por esa mezcla única

del olor de verduras viejas, caño de escape, perfume común, baba de perro,

estofado y rouge.

Como en todo cuadro que ya secó, las pinceladas nunca cambian de lugar

por mucho tiempo.

 

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